República de Chile

17 al 21 de Agosto de 2001
XV Cumbre del Grupo de Río (G-Río)
Santiago

El viernes 17 de agosto de 2001, proveniente de Cartagena de Indias, Colombia, el Presidente venezolano llega por primera vez a la República de Chile, en el ejercicio de la Presidencia venezolana; ya que, como se recordará, en 1994, poco después de su salida de prisión, ya había estado en esta nación del Cono Sur.

En su ciudad capital, Santiago, se lleva a cabo la XV Cumbre del Grupo de Río los días 17 y 18. El Grupo de Río había nacido como un mecanismo permanente de consulta y concertación política, en el marco del fragor de los conflictos armados en la región centroamericana, en el contexto de la Guerra Fría y de la confrontación ideológica-militar este-oeste.

A mediados de la década de los ochentas, luego del triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua (1979), el inicio de la guerra civil en El Salvador, entre el gobierno derechista apoyado por los Estados Unidos de América y la oposición izquierdista; así como la guerra civil de Guatemala (1960-1996) y la utilización de otras naciones centroamericanas por los diversos grupos beligerantes para el trasiego de armas y combatientes, había generado una situación que afectaba a casi toda la región centroamericana.

El ex-presidente mexicano Miguel de la Madrid Hurtado señala que para agosto de 1987, la región centroamericana en apenas seis (6) años contabilizaba más de cien mil fallecidos (100.000), unos trescientos mil (300.000) refugiados y desplazados, y una situación tan caótica que había llevado a la miseria a unas veinte millones (20.000.000) de personas.

En este contexto, en 1983 México, Colombia, Panamá y Venezuela, crearon el llamado Grupo de Contadora, en la búsqueda de colaborar con la consecución de la paz en la región centroamericana.

Dos años más tarde, en julio de 1985 en la ciudad de Lima, Perú, en ocasión de la asunción presidencial de Alan García en su primer gobierno (1985-1990); Argentina, Brasil, Perú y Uruguay anunciaron la creación del Grupo de Apoyo, o Grupo de Amigos, al Grupo de Contadora.

El accionar de estos ocho países, que posteriormente llegó a conocerse como Grupo de los Ocho, era una respuesta latinoamericana a un conflicto latinoamericano que se hizo al margen de los intereses de los Estados Unidos de América, nación que venía siendo parte activa del conflicto centroamericano, apoyando de múltiples maneras a los actores políticos y militares de la derecha en la subregión.

La actuación coordinada de este conjunto de países empezó a lograr paulatinamente reconocimiento internacional, a través de su intermediación entre las distintos actores del conflicto y de presentación de propuestas concretas para avanzar en un plan de paz, que finalmente se logró, pasando entre otras etapas por los llamados Acuerdos de Esquípulas I y II (1986-1987).

Posteriormente, el Grupo de los Ocho mantuvo su accionar regional incorporando a su agenda temas tales como la deuda externa y el proteccionismo de los países desarrollados, entre otros.

En diciembre de 1986, Argentina, Brasil, Colombia, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela (Grupo de los 8) suscriben la Declaración de Río de Janeiro, con el fin de crear un mecanismo permanente de consulta y concertación política, mismo que a partir de 1990 adoptó el nombre de Grupo de Río.

Durante el decenio 1990-1999, la región centroamericana en su conjunto poseía un representante rotativo hasta la incorporación individual de todos los países del área (Costa Rica, El Salvador, Guatemala,  Honduras,  Nicaragua, República Dominicana).

Del mismo modo, progresivamente se incorporan otras naciones de la región, incluyendo las del Caribe.

Los principales consensos y temas de interés regional hasta la fecha de la realización de esta XV Cumbre del Grupo de Río, en Santiago de Chile, estaban contenidos en el Compromiso de Acapulco (1987), y en las sucesivas Declaraciones de Punta del Este (1988), Ica (1989), Caracas (1990), Cartagena de Indias (1991), Buenos Aires (1992), Santiago (1993), Río de Janeiro (1994), Quito (1995), Cochabamba (1996), Asunción (1997), Ciudad de Panamá (1998), Ciudad de México (1999) y Cartagena de Indias (2000).

En las mismas se recoge la voluntad de llevar a cabo acciones comunes en defensa de los intereses de los Estados miembros en materia de preservación de la paz, fortalecimiento de la democracia, e impulso al desarrollo de los países de América Latina y el Caribe.

Este patrimonio histórico consolidado de los consensos básicos del Grupo de Río está, además, recogido en la llamada Acta de Veracruz (1999).

Para esta XV Cumbre del Grupo de Río, si bien el tema central de la convocatoria titulaba “la sociedad de la información”, la atención de los quince (15) Presidentes de las naciones integrantes de este mecanismo estuvo centrada en la crisis económica por la que atravesaba la República Argentina, a la sazón, gobernada por Fernando de la Rúa, también presente en el conclave.

Sin embargo, los mandatarios regionales sentaron posición sobre diversos tópicos de la coyuntura interamericana y mundial, entre ellos se pronunciaron a favor de las negociaciones que estaban en desarrollo para la adopción de la Carta Democrática Interamericana, para su aprobación en el XXVIII período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de la OEA, que se realizaría en Lima, Perú, el 10 y 11 de septiembre de ese año.

Asumieron un compromiso para el “fortalecimiento” del sistema interamericano de protección de los Derechos Humanos. Acordaron coordinar acciones para la conferencia mundial contra el racismo que tendría lugar en Durban, Sudáfrica, del 31 de agosto al 8 de septiembre de 2001.

De mismo modo, manifestaron su apoyo al Tribunal Penal Internacional y se comprometieron a realizar los esfuerzos necesarios para promover la adhesión universal de su estatuto, para que pudiese entrar en funciones en el más breve plazo.

Dentro de la dinámica del comercio internacional se ratificaron en la opción del llamado “regionalismo abierto” a favor de la apertura de los mercados, pero contra las presiones proteccionistas en atención a la cuarta conferencia ministerial de la OMC, que se realizaría en Doha, Qatar, en noviembre de ese año. Asímismo, declararon su apoyo a la conferencia internacional sobre financiamiento para el desarrollo, en el marco de la Organización de las Naciones Unidas, que se realizaría en Monterrey, México, del 18 al 22 de marzo de 2002.

Se comprometieron a trabajar coordinadamente para que en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, que se desarrollaría en Sudáfrica en el año 2002, se renovaran compromisos para el desarrollo sostenible.

Asumieron continuar impulsando los objetivos de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

En materia de drogas, reafirmaron el principio de la responsabilidad compartida y del tratamiento integral del problema, que calificaron como problema mundial de las drogas.

Se pronunciaron a favor de que todos los Estados de la comunidad internacional se adhiriesen a los Tratados de No Proliferación, con relación al desarme nuclear; así como por la prohibición completa de ensayos nucleares, invitando a los Estados a adherirse a los instrumentos jurídicos respectivos.

Expresaron el interés en reforzar la asociación estratégica con la Unión Europea, refiriéndose, al efecto, a la II Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno que se celebraría en Madrid en el año 2002.

A pesar de las corrientes político-ideológicas que imperaban en la región latinoamericana y caribeña, el Presidente venezolano habló de la necesidad de cambiar el modelo económico para combatir la pobreza.

Precisó que se debía abandonar el modelo neoliberal del capitalismo y, en el aspecto político pasar de la Democracia Representativa a la Democracia Participativa.

Se refirió a la necesidad de “…construir modelos económicos humanistas, productivos, endógenos y autogestionarios que se fundamenten en nuestra riqueza humana y no solo en el mercado…”.

Agregó que no bastaba sólo con la integración comercial y económica, sino que había que ir hacia un modelo de integración plena e integral en lo social y en lo político; así como que había que retomarse el planteamiento bolivariano de la confederación de naciones.

Estas apreciaciones del Presidente venezolano fueron expuestas en una comunicación interactiva, luego del acto de clausura, en la estación central Mapocho del antiguo metro de Santiago de Chile; en una actividad en la que, también, participaron los gobernantes de Argentina, Bolivia y Nicaragua.

Conjuntamente con el Presidente de México, Vicente Fox, acordó preparar una nueva cumbre del Grupo de los Tres (G-3) en la tercera semana de septiembre, aprovechando la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York.

El Grupo de los Tres (1989), había sido relanzado en abril de ese mismo año en la I Cumbre Presidencial del mecanismo regional celebrada en Caracas, y su secretaría pro tempore la había entregado Venezuela a México en esta Cumbre de Santiago de Chile.

Al día siguiente de la culminación del evento regional, el Presidente venezolano inició una visita oficial hasta el día martes 21, cuando retorno a Caracas.

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