1° al 3 de Septiembre de 2003
VI Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía
El 1° de septiembre de 2003 Hugo Chávez Frías tocaba nuevamente suelo cubano por sexta ocasión, de un total de cuarenta y nueve veces que lo hizo durante el ejercicio de la primera magistratura del Estado venezolano.
En esta oportunidad el viaje respondía a su participación en la VI Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, la cual se realizó en La Habana, Cuba, del 25 de agosto al 05 de septiembre de 2003.
La Habana se convertía en la sede mundial contra la desertificación y la sequía, acogiendo a jefes de Estado, presidentes de gobiernos, vicepresidentes, presidentes de parlamentos, casi cien (100) ministros y viceministros, representantes de treinta y un (31) instituciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), funcionarios de organismos intergubernamentales, y de organizaciones no gubernamentales de más de cien (100) naciones.
Fidel Castro, en calidad de anfitrión, en su intervención inaugural apostó por la educación para lograr la conciencia necesaria para revertir los embates de la desertificación.
Le sucedieron en el uso de la palabra, entre otros, Blaise Compaoré, presidente de Burkina Faso; Alhaji Yahya Jemus Junkung Jammeh, presidente de Gambia; Percival James Patterson, primer ministro de Jamaica; Pakalitha Bethuel Mosisili, primer ministro de Lesotho; Amadou Toumani Touré, presidente de Malí; Sam Nujoma, presidente de Namibia y Keith C. Mitchell, primer ministro de Granada.
Del mismo modo, expresaron los puntos de vista de sus respectivas naciones Ralph Gonsalvez, primer ministro de San Vicente y las Granadinas; Robert Gabriel Mugabe, presidente de Zimbabwe; Jacob Zuma, vicepresidente de Sudáfrica y Amara Essy, presidente interino de la Unión Africana.
También hicieron uso del derecho de palabra representantes de diversos grupos regionales, y figuras como Hama Arba Diallo, secretario ejecutivo de la Convención, e Ibrahim Gambarí, secretario general adjunto de las Naciones Unidas y representante de su secretario general, Kofi Annan.
Sin discursos escritos, los mandatarios se reunieron para interactuar sobre el tema de la desertificación.
En una interesante dinámica, los jefes de Estado y/o de gobierno, en una mesa redonda interactiva en compañía de sesenta (60) ministros y treinta y un (31) viceministros y jefes de delegaciones, centraron sus intervenciones sobre la convención como vía jurídica para vincular el logro de los objetivos de desarrollo del milenio, la erradicación de la pobreza y la seguridad alimentaria, con otros objetivos más específicos, como el acceso al agua, la salud, la educación y la lucha contra la contaminación.
Luego de un par de días de deliberaciones se suscribió la “Declaración de La Habana”, en la cual los mandatarios reafirmaron el compromiso de cumplir con el plan de aplicación de las decisiones de la cumbre mundial sobre desarrollo sostenible, así como de mejoras en la cooperación norte-sur, y sur-sur, en la lucha contra la desertificación.
Acordaron promover la movilización de recursos financieros, en particular del Fondo para el Desarrollo Internacional de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), para la ejecución de actividades y proyectos como parte de una plataforma interregional de cooperación entre Asia, África, América Latina y el Caribe.
Por su parte, el presidente venezolano se refirió a la desertificación como un problema ético y político, antes que técnico. Diversas voces plantearon que se destinara el cincuenta por ciento (50%) de los gastos militares a un fondo de Naciones Unidas para el desarrollo sostenible, así como la creación de un impuesto bajo el control de la ONU que permitiese ingresar unos cuatrocientos millones de dólares (U.S. $ 400.000.000) anuales para la ejecución de acciones a favor del medio ambiente.
De igual manera, se alertó que de los ciento noventa (190) Estados firmantes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía muchos de ellos no habían elaborado un plan de acción nacional (PAN), algunos por no priorizar fondos para ello, y otros porque requerían de ayuda internacional debido a su extrema pobreza.
De acuerdo con algunos documentos de la Convención, sesenta (60) países tenían oficialmente aprobado su plan de acción nacional, veintinueve (29) de los cuales eran de África, diecisiete (17) de Asia, siete (7) de América Latina y siete (7) más de otras regiones, que incluían Europa central y oriental. Se decidió erigir el Fondo para el Medio Ambiente Mundial -Fmam- (Global Environment Facility – GEF por sus siglas en inglés) como un mecanismo financiero de la convención.
Se asignó un monto de quinientos millones de dólares (U.S. $ 500.000.000) para financiar durante los siguientes tres (3) años proyectos relacionados con la lucha contra la desertificación.
En esta VI Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía fue notoria la ausencia de representantes de alto nivel tanto de la Unión Europea como de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (Ocde).
En el marco de la agenda multilateral, los gobiernos de la República Bolivariana de Venezuela y de Burkina Faso emitieron un Comunicado Conjunto sobre el Establecimiento de Relaciones Diplomáticas entre ambas naciones, fechado en La Habana, el 2 de septiembre de 2003, misma fecha en la que también se sostuvieron encuentros bilaterales de integración y cooperación energética con los presidentes de Nigeria, Malí y Namibia.