República del Perú

27 al 29 de Julio de 2001
Toma de Posesión Presidencial de Alejandro Celestino Toledo Manrique

El septuagésimo sexto viaje internacional del Presidente venezolano tiene como destino la República del Perú con motivo de su participación en la toma de Posesión Presidencial de Alejandro Celestino Toledo Manrique. La visita, además, se producía en una especial coyuntura bilateral. El ex asesor presidencial peruano, Vladimiro Ilich Montesinos Torres, prófugo de la justicia peruana, había ingresado de manera clandestina a territorio venezolano. El mismo, había sido capturado por la inteligencia venezolana el 23 junio de 2001 en la ciudad de Caracas y veinticuatro (24) horas después, trasladado a la República del Perú.

Sin embargo, poco después las autoridades venezolanas descubrieron que, igualmente, funcionarios de inteligencia peruanos habían actuado en secreto, de manera clandestina, en territorio venezolano; lo cual derivó en un impasse diplomático que había devenido en el retiro de los respectivos embajadores en ambas capitales.

A lo interno, la República del Perú venía de una profunda crisis política, originada por la caída del fujimorato, que había llevado a la nación a una Presidencia interina conducida por Valentín Demetrio Paniagua Corazao.

Paniagua Corazao había sido nombrado Presidente transitorio de la República del Perú, a partir del 22 de noviembre del 2000, y condujo a la nación, mientras se avanzaba en el proceso de elecciones presidenciales que llevaron al poder a Alejandro Toledo Manrique, a partir del 28 de julio del 2001.

Sin embargo, durante su breve gestión, y derivado en parte por la crisis política interna, se produjo el deterioro de la relación bilateral con Venezuela, en buena medida alentada mediáticamente.

En este contexto, la visita del Presidente venezolano tenía el doble propósito de participar en la transmisión de mando al nuevo Gobierno peruano y, al mismo tiempo, la normalización de las relaciones diplomáticas con el retorno de los Embajadores a Lima y Caracas.

De esta manera, una vez en Lima, ambos gobiernos anunciaron el regreso de los respectivos Embajadores a las dos capitales, con lo cual las relaciones diplomáticas volvían a la normalidad.

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